Trasplante de Células Madre preservadas del cordón umbilical permiten recuperación de un niño de dos años
Vanesa / 01 agosto / 0 Comment / 2082
En 2009 se presentó en el Hospital de la Universidad alemana de Bochum uno de esos casos que desafían las probabilidades. En este ocasión era un niño de dos años que acudió con síntomas gastrointestinales menores que empeoran con el pasar del tiempo agregando vómitos constantes y taquicardia hasta terminar en un paro cardíaco.
Se le realizó reanimación cardiopulmonar durante 25 minutos hasta lograr estabilizarlo y fue entonces cuando se produjo una baja llegada de oxígeno al cerebro produciendo daños graves. Al pasar de los días se logró que el niño respire por sí mismo pero se mantuvo en estado vegetativo sin interacción con el exterior. Ante este panorama, la estadística señala que más del 40% de los casos no logran sobrevivir a las terapias.
Luego de visitar varios especialistas y teniendo en cuenta antecedentes de células madre frenando el avance de la parálisis en ratones donde ya se había demostrado la alta velocidad de acción de las células transportándose al sitio de la lesión en las primeras 24 horas posteriores al trasplante, los padres decidieron contactar al equipo médico de los profesores Jensen y Hamelmann. Ellos los asesoraron sobre las posibles terapias que se podían realizar con las células madre que del cordón umbilical los padres habían preservado al momento del nacimiento.
9 semanas después del paro, los médicos de la Universidad de Bochum estaban realizando en este niño el primer trasplante autólogo (provenientes del propio paciente) de células madre.
La respuesta a la terapia fue inmediata. Acompañado de fisioterapia, ergoterapia y logoterapia diaria, el procedimiento permitió que el niño respondiera a estímulos sonoros a la semana y dos meses después ya se notaban mejorías en el control motriz de la cabeza, se había reducido la parálisis de los miembros inferiores y la vista mejoraba de a poco. Era capaz de comer una galleta por sí solo con todo lo que eso implica, sonreía y pronunciaba algunas palabras sencillas. A pesar de todas estos avances el niño aún presentaba daños neurológicos fruto de la falta de oxígeno en el cerebro.
Pero eso no significó que la evolución se estancara ahí ni mucho menos. A los cinco meses de haberse realizado el trasplante, realizaba contacto visual, jugaba y reconocía partes del cuerpo y lo que es más importante, su electroencefalograma era normal. Pasado un año del trasplante, el paciente ya presenta interacción social, pudiendo identificar animales al tiempo que mejora en gran medida la motricidad de las manos. Presenta algunos problemas de equilibrio, pero eso no le impide sentarse, agarrar y comer.
Estas mejorías se siguieron sucediendo durante los siguientes 2 años, alcanzando pronunciar palabras y comprendiendo lo que se le dice. Camina con ayuda al tiempo que mejora el manejo de la motricidad fina.
Con el paso del tiempo y manteniendo las terapias diarias, el niño logró 3 años después del trasplante pasar de estar en estado vegetativo, sin casi posibilidades de salir del mismo a caminar por sí solo y aprender a desarrollar frases.
Cinco años después del trasplante, este niño de 7 años concurre a la escuela, juega con sus compañeros y se comporta de una manera totalmente normal, siendo un claro ejemplo de cómo la preservación de las células madre del cordón umbilical puede significar en un futuro la única esperanza de sobrevivir a ciertas enfermedades.